23.5 C
Granada
viernes, 12 septiembre 2025

Apple ya no dicta el futuro del móvil

Ciencia y tecnologíaApple ya no dicta el futuro del móvil

iPhone 17: del espectáculo global al show de fans

Aunque es posible que este año ni te enterases, Apple presentó esta semana la familia iPhone 17 —con nuevos iPhone 17, 17 Pro y 17 Pro Max y una novedad, el iPhone Air— en su tradicional cita de septiembre. La propia compañía subraya mejoras de diseño, más autonomía, cámaras mejoradas y nuevas funciones de Apple Intelligence sobre iOS 26. También confirma que el iPhone Air es el más delgado hasta la fecha y se suma al catálogo como alternativa ligera.

Pero evidentemente el clima que rodea al evento ya no es el de hace una década. La conversación pública ha pasado del asombro masivo al comentario técnico: medios de referencia apuntaron que Apple habló poco de IA en escena —un contraste con la verborrea del año pasado—, síntoma de que el “gran salto adelante” ha dejado paso a la mejora progresiva. Algunos analistas, además, recibieron las novedades con tibieza, llegando incluso a downgradear la acción por la sensación de mejoras insuficientes para provocar un superciclo de renovación masivo, colas en las tiendas de Apple y noticias en los telediarios.

A la vez, la novedad más llamativa para el gran público quizá sea un formato ultrafino —iPhone Air— y accesorios de estilo lifestyle que buscan personalización y uso manos libres; señales de una empresa que mima el ecosistema y el diseño, sí, pero que ya no marca la agenda cultural con cada anuncio. Tal como yo lo veo, me parece coherente con lo que ocurre en mercados maduros: el foco se desplaza a mejoras silenciosas (seguridad, eficiencia, pulido de la experiencia) antes que a “momentos wow” constantes.

Lo “nuevo” que ya existía en Android

Si miramos con lupa, muchas de las banderas que hoy ondea Apple llevan tiempo desplegadas en Android. Un dossier comparativo que he revisado detalla varios ejemplos: la pantalla a 120 Hz que por fin llega al iPhone 17, las cargas rápidas aún por detrás de rivales asiáticos, el salto de RAM que otros estandarizaron hace años y la carrera fotográfica en la que Galaxy o fabricantes chinos lucen sensores con muchos más megapíxeles (aunque la calidad dependa de más factores).

Ese mismo análisis recuerda que Apple vende como novedad funciones que en Android aparecen primero y en modelos más baratos, algo especialmente visible en pantallas de alta tasa de refresco y velocidades de carga. Aquí la prensa tecnológica coincide: el ProMotion a 120 Hz en el modelo estándar es bienvenido… y llega tarde frente a lo que ofrecían teléfonos Android, incluso de gama media, desde hace años.

En IA integrada el contraste también es bastante evidente. Apple Intelligence progresa —traducción en vivo, acciones sobre capturas, más funciones privadas en el dispositivo—, pero su ambición en el evento fue comedida; en paralelo, Google empuja la integración profunda de su Gemini en Pixel y otros fabricantes experimentan con asistentes generativos propios. El resultado es que el usuario medio percibe que “lo listo” del móvil no es exclusivo de iOS. La tibieza de la prensa especializada lo sintetiza bien: la ventaja comparativa ya no está en la ficha técnica del iPhone frente a Android.

¿Significa eso que el iPhone 17 no aporta nada? En absoluto. La virtud de Apple sigue siendo empaquetar tecnología existente con una capa de coherencia, soporte y software que funciona sin fricciones. A mí me parece un valor real, pero también un reconocimiento implícito: la fase actual es de igualación de estándares más que de ruptura.

Un caso de manual: del nicho al dominio y, luego, a imitar (o comprar)

Lo de Apple no es una anomalía: es una curva de aprendizaje típica de las empresas que pasan de irrumpir en un nicho a dominar un mercado. La teoría de la innovación disruptiva lo viene describiendo desde hace años: los incumbentes se hacen excelentes en innovación “sostenida”, pero tienen más dificultades para liderar la siguiente disrupción que suele nacer en segmentos más pequeños, menos rentables o con usuarios diferentes.

A esa dinámica se suma otra, muy prosaica: en industrias maduras conviene imitar rápido lo que funciona en el vecino que va medio paso por delante, reservando los grandes tiros de innovación para cuando de verdad hay posibilidad de «mover la portería». No es pereza: es estrategia racional. Cuando el producto central ya ha colonizado casi todo el mercado posible, el retorno marginal de “inventar lo nunca visto” se reduce y la disciplina pasa por pulir, abaratar, integrar y adoptar buenas ideas ajenas con velocidad.

En ese contexto, adquirir startups o tecnologías emergentes no es una señal de debilidad, sino la vía lógica para reinyectar novedad donde cuenta. El año va sobrado de ejemplos de grandes tecnológicas comprando capacidades de IA para acelerar su hoja de ruta; Apple, con su inmensa caja llena de billetes, tiene margen para hacerlo cuando convenga. El patrón es conocido: primero se conquista el “core”, después se gestiona el ciclo de vida con mejoras continuas y se compra o copia aquello que emerge en los márgenes. Si te dedicas a la estrategia, ya conoces el guion.

¿Y qué queda entonces de aquel Apple que “dejaba al público con la boca abierta”? Queda lo que debe quedar de una empresa de consumo masivo que vende cientos de millones de dispositivos: procesos robustos, seguridad avanzada —este año han presumido de un refuerzo de seguridad de memoria a nivel de chip, algo que los usuarios no ven, pero que importa— y una experiencia cada vez más homogénea entre gamas. Ese giro “hacia dentro” no es espectáculo; es mantenimiento de hegemonía.

Personalmente, yo prefiero este reparto de papeles: que la chispa surja en las pequeñas, que los gigantes adopten cuando procede y que el consumidor se beneficie de una carrera donde el valor y la fiabilidad pesen más que el artificio. Si el iPhone 17 populariza por fin estándares de pantalla o almacenamiento y otros responden bajando precios o subiendo prestaciones, gana el mercado.

La gracia —y aquí Apple tiene un aura especial— es que todos hemos visto el ciclo completo: desde el primer iPhone en 2007 hasta hoy. La disrupción, la expansión, la adultez y esa fase en la que la innovación “con mayúsculas” se hace menos visible, mientras la competencia multiplica propuestas y el público se vuelca en comparar por precio-prestaciones. En 2025 el lanzamiento del iPhone ya no dicta el futuro, pero sigue marcando el ritmo al que se alinean los demás y eso, a su modo, también es poder.

Últimos posts

2 COMENTARIOS

  1. Comparto la idea central: el lanzamiento del iPhone 17 ha sido un evento más templado de lo que Apple acostumbraba. La presentación dedicó poco espacio a la IA y dejó a muchos analistas con la sensación de que faltó ambición estratégica.

    De hecho, hay gente bastante escamada tras el acto por considerar las novedades insuficientes para provocar un gran ciclo de renovación, algo significativo en un mercado ya maduro.

    En cuanto al “iPhone Air”, su papel como reclamo estético y ultradelgado ha generado dudas más que razonables: precio alto, recortes prácticos y una propuesta que parece más un ensayo de tecnologías futuras que una respuesta a necesidades presentes. Incluso en su propio marketing, Apple reivindica “todo un día de batería” pero las propias especificaciones lo sitúan por detrás de otros iPhone presentados.

    Tampoco es nuevo que muchas funciones celebradas ahora existieran desde antes en el mundo Android y, en ocasiones, por menos dinero: tasas de refresco altas, cargas veloces o ciertos enfoques de cámara llevaban años rodando fuera del ecosistema de Apple. La cobertura reciente lo reconoce incluso cuando aplaude que, por fin, Apple compita “de tú a tú” en especificaciones en su gama más alta.

    Aun así, conviene entender el contexto: las grandes compañías que pasan de la disrupción a la hegemonía tienden a priorizar la innovación sostenida y la imitación selectiva. La literatura de gestión lo ha descrito ampliamente: no siempre conviene “inventar”, a veces conviene adoptar rápido lo que funciona.

    Leyendo su artículo, la conclusión es sensata: Apple ya no deslumbra como antes, pero sigue marcando el ritmo desde la eficiencia del ecosistema y la ejecución.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

 

Artículos más vistos

Horóscopo diario
Menú diario