España, una vez más, ha sido azotada por la tormenta económica, y los ministros del gobierno de Pedro Sánchez parecen estar disfrutando del viaje, preocupados por los besos de los deportistas, en lugar de buscar soluciones. No es la primera vez que observamos este patrón repetitivo: cuando los izquierdistas llegan al poder, la economía se va al traste y la recuperación es más lenta que ver crecer la hierba.
Este año, además, tenemos una ración extra de abandono de la política económica porque el PSOE anda muy entretenido negociando con la morralla periférica para que les voten en la investidura a la presidencia del Gobierno aunque eso signifique más desigualdad entre regiones, más deuda pública y más déficit público.
Podemos felicitar al equipo de Sánchez por alcanzar un logro tan impresionante y liderar los rankings de desempleo de la Unión Europea. Según Eurostat, España ha logrado hundirse por debajo de países como Polonia, Rumania, Eslovenia, Lituania y Chipre en términos de ingresos. ¡Bravo! Y si eso no fuera suficiente, también hemos conseguido el título de “economía más rezagada de la OCDE” entre 2019 y 2023. Esto significa que mientras otros países avanzaban, nosotros retrocedíamos a pasos agigantados.
Pero no nos preocupemos demasiado por eso, después de todo, ¿quién necesita empleo privado o trabajadores autónomos? Seguro que no lo necesitamos. Desde 2007, hemos perdido más de 800,000 empleos en el sector empresarial y autónomo, ¡pero quién los necesita cuando podemos aumentar el empleo público en su lugar! Durante ese mismo período, hemos visto un crecimiento del 19% en el sector público, lo que equivale a más de medio millón de empleados públicos adicionales para que todo funcione peor. ¿Dónde demonios está ese medio millón de trabajadores si antes pedías una cita para el médico y te la daban para el día siguiente y ahora te la dan para dos semanas? ¿A qué se dedican en las oficinas si cuando, cita previa mediante, consigues hacer un trámite siempre lo haces en una oficina con la mayoría de los puestos de trabajo
Así que aquí estamos, en la España del siglo XXI, donde despreciamos el sector empresarial y abrazamos el gasto público como si fuera un regalo divino. El resultado es un país que se empobrece en comparación con sus vecinos, mientras nuestros ministros aplauden desde la barrera. Y no olvidemos el detalle del aumento de la deuda pública, que ha escalado del 40% al 115% del PIB. Pero, ¿quién necesita sostenibilidad financiera cuando puedes gastar dinero a manos llenas y dejar que las generaciones futuras se preocupen por ello?
Así que, felicidades al gobierno de Pedro Sánchez por su destacado papel en la creación de esta maravillosa obra de decadencia económica. Estamos seguros de que las futuras generaciones estarán encantadas de pagar la factura mientras nosotros nos hundimos aún más en el agujero que hemos cavado.
Y espérense porque la fiesta de la prima de riesgo todavía no ha empezado. El día que desde el Banco Central europeo dejen de imprimir billetes a lo loco, cosa que van a tener que hacer antes o después porque si no Italia y España se cargan el euro ellas solas, la losa de la deuda pública va a caer sobre España como una mala pedrá.