Los precios de las tarjetas gráficas se han disparado y, lo que es peor, se han normalizado a niveles que pocos pueden pagar. La jugada empezó hace años y hoy veo un mercado donde pagar 800–1.500 € por una GPU ya no escandaliza a casi nadie. Y sí, Nvidia ha marcado el paso, pero sus rivales le han seguido la corriente en vez de aprovechar el hueco del precio razonable. No me parece sano para el ecosistema del PC, ni para nuestros bolsillos.
El aumento de precios: la barrera psicológica rota en 2018
El momento clave fue 2018, cuando la RTX 2080 Ti rompió la barrera de los 1.000 € y envió un mensaje claro: la gama tope iba a costar de cuatro cifras hacia arriba. El PVP de la Founders Edition fue 1.199 $ y 1.099 £ en Reino Unido, cifras que —con IVA europeo— dejaban el precio en más de 1.200 € en distribuidores españoles, como se pudo ver en listados de lanzamiento superiores a 1.200–1.300 €.
Desde entonces, cada generación ha apretado un poco más la tuerca. La RTX 4090 salió a 1.599 $, consolidando la idea de que el tope de gama ya no aspiraba a la franja de los 1.000 €, sino bastante por encima. Y, aun por debajo del “monstruo”, la RTX 4080 debutó a 1.199 $, con un PVP en Europa por encima de los mil euros, reforzando el nuevo modelo de precios. Ese fue el punto de no retorno para el mercado de gamers.
Posicionamiento de mercado: el premium convertido en estándar
La narrativa comercial se ha desplazado: lo que antes era premium ahora se vende como estándar. Nvidia ha promovido un discurso de prestaciones de vanguardia (ray tracing, DLSS, ahora frame generation con IA) para justificar precios de cuatro cifras incluso en modelos que, históricamente, ocupaban la franja media-alta. El resultado es que 800–1.500 € han pasado de ser un capricho a lo normal para el que quiere jugar bien a 1440p o 4K, algo que yo no me trago: el rendimiento útil para la mayoría no cuesta eso.
Otra parte del problema es que es que AMD no ha roto la baraja cuando podía hacerlo. Su buque insignia RDNA 3, la RX 7900 XTX, salió a 999 $, una cifra agresiva respecto a la 4080, sí, pero muy lejos de los 649 $ de su RX 6800 XT de 2020, que ya rendía estupendamente. En lugar de liderar una guerra de precios, se ha consolidado un acuerdo tácito para exprimir a los gamers: los topes de gama se pagan caros y la gama media sube de escalón.
La realidad de cómo jugamos la mayoría
La gran verdad incómoda: la mayoría no necesitamos una GPU de 1.000 € o más. Las propias encuestas de Steam lo dejan claro: 1080p sigue siendo la resolución principal, con más del 54 % de cuota y las GPUs más frecuentes son modelos modestos como RTX 4060 (desktop y portátil) o RTX 3060, además de veteranas GTX/RTX de gama media. Esto desmonta la idea de que el estándar del jugador de PC exija 4K y 120 fps a toda costa.
Cuando sales de la burbuja del benchmark en la que viven los canales patrocinados de Youtube y miras a la gente que juega a diario, descubres que 1080p/1440p a 60–100 fps con ajustes sensatos satisfacen a la inmensa mayoría. Pagar un sobreprecio del 50–100 % por exprimir RT en ultra con todo a tope o por doblar fotogramas en títulos muy concretos no aporta valor real a la mayor parte de jugadores, sobre todo si hablamos de multiplataforma y e-sports, donde prima la estabilidad sobre el rendimiento gráfico. Aquí es donde la narrativa de lo último o nada se tambalea.
Se renueva menos… y entran menos
El encarecimiento desincentiva la actualización: si cada salto generacional cuesta 400 o 600 € más que el anterior en la franja que te interesa, aguantas más tiempo con lo que tienes. Y si empiezas desde cero, el peaje de la GPU te empuja a una consola. Estamos convirtiendo el PC en un hobby de pocos, justo lo contrario de lo que lo hizo grande: cacharreo para todos los presupuestos.
Además, esta dinámica tiene un coste oculto: desincentiva a los estudios a optimizar para hardware medio porque el marketing empuja a mostrar prestaciones que solo un 1 % de los usuarios disfruta a pleno rendimiento. ¿Quién gana? Los fabricantes, que obtienen publicidad gratuita para los vídeos que muestran sus nuevas capacidades (en monitores que no las tienen). ¿Quién pierde? El grueso de jugadores que ven cómo el sweet spot sube de precio generación tras generación.
Por qué 500 € debería volver a ser el punto de equilibrio
La idea es simple: el mercado debe reajustar expectativas y volver a tratar la franja de los 500 € como el centro de gravedad de la GPU para el jugador de PC. En ese rango se puede disfrutar de 1440p excelentes y 4K razonable con ajustes cuidadosos y tecnologías de reconstrucción bien implementadas. No hace falta pagar por silicio por metros cuadrados, disipadores de cuatro ranuras o VRAM desmesurada para la mayoría de catálogos y usos.
Históricamente, cuando el punto dulce ha rondado los 400–500 €, el PC ha crecido: lo vimos con las “x70” y “x60 Ti” bien ubicadas, y con equivalentes en AMD que traían por 450–550 € justo lo que pedía el jugador típico. Ese es el carril que hay que recuperar: dar mucho por un precio razonable y reservar lo premium para quien de verdad lo necesita (creadores, early adopters, entusiastas que lo asumen como lujo) sin arrastrar al resto a pagar como si lo fueran.
Qué puedes hacer tú
Partiendo de la base de que supongo que los fabricantes están encantados viendo los precios de sus productos par las nubes, a ti, como comprador, te sugeriría tres ideas para poner de tu parte en esta lucha contra la industria:
- No escuches los titulares de marketing: calcula el coste por fotograma en tus juegos reales, no el número más grande del anuncio. Eso te ahorra dinero y frustraciones.
- No compres lo último: a los doce meses lo podrás comprar por la mitad de precio porque la depreciación es brutal y salen productos nuevos y más potentes sin parar; suele salir mejor justo antes de que se lance la siguiente gama y renovar con más frecuencia.
- Vota con la cartera: si aceptamos 800–1.500 € como estándar, lo serán para siempre; si premiamos los 450–550 € bien aprovechados, el mercado tomará nota.
Comparto la tesis general: los precios se han ido de las manos y el mercado necesita recentrarse en los 500 €. Dicho esto, sí observo un ajuste con modelos recientes por debajo del precio recomendado por los fabricantes y entiendo que los costes de I+D, memorias y obleas también presionan al alza. Ojalá esta corrección se consolide.
El problema para el mundo del gaming viene sobre todo del hecho de que si estos precios absurdos se mantienen a largo plazo y los nuevos jugadores tienen que elegir entre gastarse 600 euros en una consola o 2500 en un PC, los gamers van a acabar siendo los cuatro youtubers que hacen los vídeos patrocinados y por falta de cantera van a acabar matando al mercado.
PC Gamer lo resumía bien hace unas semanas: los precios actuales crean una barrera de entrada y ponen en riesgo el futuro del PC gaming al convertir las GPUs en objetos de lujo, pese a que el resto de componentes se han abaratado.